martes, 10 de abril de 2012

La oportunidad perdida de Dios



En estos días en los que la comunidad cristiana celebra la muerte y resurrección del que consideran hijo de Dios me ha estado rondando la cabeza una idea, o más bien un interrogante, sobre esta realidad tan compleja de las religiones y más en concreto sobre el cristianismo, que por algo es la ortodoxia que más directamente me afecta.

Jesús no obtiene su condición de Dios por lo que dijo. Sus revolucionarias bienaventuranzas o su invitación a amar al prójimo no le convierten en divino, al fin y al cabo no fue el primero, ni el último,  en predicar sobre el amor, la bondad y la justicia. El verbo de Jesús es propio de un hombre excepcional, no cabe duda, pero sus palabras son las de un hombre. En Dios lo convierten sus habilidades para desafiar las leyes naturales, lo que conocemos como "milagros", y entre estos el más importante es este de la muerte y resurrección que nos recuerdan los cristianos cada año durante la primera luna llena después del equinoccio de primavera.

Se acepta pues que desafiar las leyes naturales solo puede estar al alcance de un ser divino, es decir, un ser superior. Los cristianos sostienen que todo lo que vemos, el mar, la tierra, los astros, el universo... es obra de un ser superior: Dios ¡El creador supremo! ¡Solo quién ha creado todo puede alterar el orden de las cosas! Por lo tanto se acepta que multiplicar peces sin necesidad de irse de pesca, resucitar muertos sin usar un desfibrilador, devolver la vista sin hacer una intervención de córneas o desafiar la ley de la gravedad ascendiendo al cielo sin ayuda de ningún propulsor solo puede ser obra de Dios.

Yo personalmente no creo en la existencia de este ser supremo. Ni creo que un hombre sin ayuda tecnológica pueda alterar las leyes naturales. Creo en la evidencia ¿Los milagros de Jesús son una evidencia? ¿Están suficientemente documentados? Solo tenemos el testimonio de los evangelistas y no seré yo el que cuestione a nadie, que cada uno es muy libre de creerse lo que quiera, pero a mi no me convencen.

¿Que evidencias podrían convencer a un "descreído" como yo? Como ya he dicho no creo que exista un creador pero si este existiera y envíase ni más ni menos que a su hijo para convencernos de su existencia yo le pediría que además de impresionarnos con sus habilidades para modificar las leyes de su propia creación nos iluminase explicándolas. Lo tenía muy fácil, no digo yo que nos hubiese dado todas las explicaciones, la edad del universo, el número exacto de galaxias, los planetas semejantes a la tierra o menos aún la teoría de la evolución o la de la relatividad, que tampoco se trata de quitarle la gloria a nadie, pero unas cuantas pistas, creo yo, habrían ayudado.

Podría haber dejado caer, por ejemplo, que el mundo tiene millones de años y no esos pocos miles que insinúa el antiguo testamento, que la Tierra no es el centro del universo o el número exacto de planetas que nos acompaña girando alrededor del Sol. Son cosas que escritas por los evangelistas hace dos mil años supondrían evidencias de que Jesús disponía de informaciones sobre la creación imposibles de obtener por vías científicas en esa época y que por lo tanto solo estaban al alcance de un ser superior, de un ser que conocía los secretos de la creación, de un ser que bien podía ser Dios.

Entiendo que este tipo de datos no hubiesen sido tan eficaces como los milagros y que resulta mucho más sencillo montar una religión deslumbrando con efectos impactantes que exponiendo evidencias irrefutables, pero no termino de entender que Dios, desde su infinita sabiduría, tenga en tan poca consideración la inteligencia del hombre.


Carlos Tapia

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